En el siglo XX y XXI se comenzó a estudiar los cambios en los ecosistemas y el clima, el hombre se dio cuenta de los efectos creados después de su "importante descubrimiento" de los combustible fósiles, estos eran una navaja de doble filo, que afectaba contaminando los ecosistemas, afectando su fauna y también el clima de determinadas zonas, pero a pesar de ser nosotros los afectados no se detuvo. Los combustibles fósiles no fueron suficientes, así que comenzaron con la tala inmoderada de arboles, con el fin de obtener la madera que serviría como combustible. Aun esto no bastó para los seres humanos y durante la Primera Guerra Mundial, la famosa científica Marie Curie junto a su esposo descubrieron la radiactividad lo cual provoco que con el paso del tiempo se realizaran experimentos, soltando así los desechos en la atmósfera, mares y ríos. A los efectos que todo ésto provocó se le designo el nombre de "Cambio Climático"; se ha echo notar con el paso del tiempo a causa de la distorsión del clima (los inviernos son mas cortos pero mucho mas intensos, la temporadas de nevadas son mas fuerte y los veranos son mas calurosos) y esto también a provocado un sin fin de efectos en el mundo. se inició a principios del siglo XIX cuando se sospechó por primera vez de las épocas glaciares y otros cambios naturales en el paleoclima, y se identificó el efecto invernadero natural. A finales del siglo XIX, los científicos ya argumentaron que las emisiones humanas del efecto invernadero podrían cambiar el clima, pero los cálculos fueron cuestionados. Muchas otras teorías del cambio climático estaban más avanzadas, involucrando fuerzas que iban desde el [vulcanismo]hasta la variación solar.
Políticas La República conservadora o autoritaria, que se había consolidado con la Constitución de 1833, dio paso a la República Liberal, que como indica su nombre, estimulaba un mayor liberalismo en Chile. Así, entre 1861 y 1891, se aprobaron leyes que buscaban limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad y en la política chilena.
Se pone fin a la reelección presidencial, la Iglesia católica pierde algunos de sus poderes en la vida civil, ley de matrimonio civil, libertad de cultos y finalmente el Parlamento adquiere cada vez mayor poder en relación al Presidente de la República. A este período se lo denomina República Liberal, que finalizó con la guerra civil de 1891 entre los partidarios de un gobierno presidencialista y aquellos que apoyaban un sistema parlamentario. Entre los años 1886 y 1891 gobernaba al país el Presidente José Manuel Balmaceda.
El Presidente José Manuel Balmaceda, cansado de luchar frente a un Parlamento que no lo dejaba gobernar, decidió aprobar por sí mismo la ley de presupuesto del año anterior y suspender las funciones del Parlamento. Su decisión de cerrar el Congreso lo puso fuera de la legalidad, situación que provocó el estallido de una guerra civil entre los defensores del presidencialismo y los del parlamentarismo.
El ejército se mantuvo leal al Presidente, mientras que el Congreso contó con la Armada y el apoyo financiero de los ingleses. Balmaceda y sus seguidores balmacedistas fueron derrotados por los revolucionarios en las batallas de Placilla y Concón.
Balmaceda, derrotado se refugió en la embajada de Argentina; allí, antes de suicidarse, escribió una carta que hoy se considera su testamento político, de indudable importancia histórica .El triunfo de los congresistas condujo a un Régimen Parlamentario, caracterizado por el predominio político del poder Legislativo y la pérdida de facultades de parte del Presidente de la República y sus ministros.
Durante la mayor parte del siglo XIX manifestaron sus protestas mediante procedimientos de tradición centenaria. Estos motines se fueron politizando a lo largo del siglo ya que los liberales, los demócratas y los republicanos invocaban la acción justiciera del “pueblo” contra el mal gobierno para promover cambios políticos. Algunas zonas se industrializaron y el sistema político liberal, después democrático, se implantaba, se difundieron las ideas de la Revolución francesa. Los trabajadores empezaban a utilizar nuevas formas de lucha y organización que formaron el Movimiento Obrero en su doble faceta sindical y política.
EL desarrollo del Movimiento Obrero empezó en las primeras décadas antes de la Revolución de 1868 (Gloriosa) cuando aparecieron las primeras protestas espontáneas de obreros industriales, dirigidas a través del ludismo. Este movimiento consistía en destruir las máquinas que simbolizaban el progreso y las que culpaban de la pérdida de los puestos de trabajo. Se produjeron motines ludistas en Galicia y en Alcoy, pero los más graves tuvieron lugar en Cataluña que estaba más industrializada (incendio de la fábrica Bonaplata 1855). A partir de la década de 1840, la protesta de los obreros catalanes derivó hacia la creación de agrupaciones que los defendían como la Asociación de Protección Mutua de Tejedores de Algodón. Desde 1839 se autorizaron las sociedades de socorro mutuo y en Cataluña se produjeron huelgas organizadas como la huelga general de 1855.
Durante el Sexenio Democrático (1868- 1874) se observó la desconfianza de los trabajadores hacia la democracia y la República. Los obreros utilizaron dos vías reivindicar sus derechos: la acción directa con la convocatoria de huelgas y la creación de sindicatos o sociedades de resistencia; la acción política mediante elecciones, actos multitudinarios y partidos de masas.
Económicas Los cambios agrarios fueron necesarios para contribuir a la industrialización, cambios como la reforma del régimen de propiedad y la introducción de innovaciones técnicas, de cultivos y de gestión. La reforma de la propiedad que se llevó a cabo fue la desamortización iniciada por Godoy, continuada por Mendizábal y por Pascual Madoz (1855). Esto produjo una estructura latifundista de la propiedad y la ausencia de clase media lo que provocó efectos devastadores sobre los campesinos y los trabajadores agrícolas. Esta nueva estructura influyó en el aumento de la superficie cultivada y en la mejora de la productividad pero los capitales generados se usaron en la agricultura y en la deuda pública del Estado.
Los cambios agrarios fueron necesarios para contribuir a la industrialización, cambios como la reforma del régimen de propiedad y la introducción de innovaciones técnicas, de cultivos y de gestión. La reforma de la propiedad que se llevó a cabo fue la desamortización iniciada por Godoy, continuada por Mendizábal y por Pascual Madoz (1855). Esto produjo una estructura latifundista de la propiedad y la ausencia de clase media lo que provocó efectos devastadores sobre los campesinos y los trabajadores agrícolas. Esta nueva estructura influyó en el aumento de la superficie cultivada y en la mejora de la productividad pero los capitales generados se usaron en la agricultura y en la deuda pública del Estado. Las innovaciones técnicas de gestión y de cultivos, el crecimiento de la producción agraria se basó en el aumento de la superficie cultivada y de la producción de trigo, olivo, vid y leguminosa. Los pastos fueron sustituidos gradualmente por pienso. También aumentó la especialización regional: maíz, patata, viñedo, cereal, etc. El aceite, el vino y los cítricos eran los productos más exportados. A finales de siglo (1875-1890) se produjo una crisis a causa de la llegada al país de productos agrícolas más baratos que los nacionales.
Recursos mineros y fuentes de energía apenas se explotaban debido a la ausencia de demanda y a la falta de recursos económicos y mano de obra, la ley Minar de 1868 facilitó la llegada de capital extranjero para la explotación de minas y exportación de sus productos. Así, los minerales, mayoritariamente hierro, constituían un tercio de las explotaciones españolas en 1900. Parte de los ingresos se reinvirtieron en la Península. Alrededor de las minas surgieron industrias y redes de ferrocarriles. Algunos enclaves, como Río Tinto (Huelva), quedaron desligados del resto de la economía nacional. El carbón era la fuente de energía principal en la Revolución Industrial, se encontraba en Asturias y en León, pero era escaso, caro, de baja calidad y su extracción estaba muy protegida por las arancelas lo que encareció los costes de la industria nacional.
Se conoce como "Ilustración" al movimiento filosófico que se originó y desarrolló en Europa (particularmente en Francia) durante el siglo XVIII. Se consideraba que todo lo antiguo se enmarcaba en un ambiente de oscuridad y decrepitud, y que la nueva ideología que llegaba eran las "luces", que iluminaba al mundo. Esta era en parte una visión exagerada, ya que el pensamiento europeo del siglo XVIII no venía de las tinieblas sino de un proceso gradual producto de las transformaciones ocurridas en la sociedades europeas desde muchos siglos atrás.
El precedente histórico más apegado a la Ilustración fue el Renacimiento, donde también se trataba de romper con el pasado medieval y renacer en la nueva modernidad.
los mismos que iluminaron la mente de los hombres, a la vez que contribuyeron a modificar su espíritu. La ilustración alcanzó su mayor desarrollo en el siglo XVIII, llamado, por ello “Siglo de las Luces”.
En toda Europa se hablaba de que se estaba viviendo en la “Época de las Luces”, en que los hombres iluminados por la luz de la razón debían establecer una nueva organización que habría de reemplazar al caduco Antiguo Régimen. Bajo el dominio de la razón el hombre se plantea nuevas interrogaciones: desprecia el pasado, reniega de las viejas creencias, enfrenta las doctrinas inamovibles de la iglesia y se vuelve hacia nuevas formas de pensamiento con la intención de iluminar sus conocimientos. Por ello el siglo XVIII se conoce como “Siglo de las Luces”.
Las Nuevas ideas, imbuidas de un espíritu eminentemente liberal, nacieron por obra de aquellos famosos pensadores llamados también “filósofos”, quienes difundieron sus nuevas concepciones, políticas, sociales, económicas, etc., que orientaron el pensamiento europeo de aquella época, contra el injusto sistema de gobierno imperante. Es decir, que tales teorías, que tales ideas, se erigieron en una vigorosa corriente de opinión pública totalmente contraria al Régimen absolutista de Francia, así como de otras naciones de Europa y del Mundo.
Este caudal maravilloso de opiniones y pensamientos se vio grandemente enriquecido gracias, precisamente, a la magnifica contribución de aquellos eminentes innovadores de la ciencia económica, denominados “Economistas”, quienes pertenecen igualmente a esta luminosa corriente intelectual de la Nuevas Ideas.
Las Nuevas ideas, nacidas mayormente en el seno de las Burguesía, bien pronto se divulgaron por casi todas las clases cultas de las sociedad, como, asimismo, en el pueblo y en ciertos sectores del Clero. Igualmente lo hicieron en algunas monarquías, en las que, soberanos liberales, dieron origen al Despotismo Ilustrado. El medio más eficaz de difusión de las Nuevas Ideas, es decir, del pensamiento Ilustrado, fue la Enciclopedia, monumental diccionario de los conocimientos humanos hasta entonces logrados.
Se conoce con el nombre de revolución francesa al movimiento político, social, económico y militar, que surgió en Francia en 1789; el mismo que trajo como consecuencia el derrumbe de la monarquía absolutista, que hasta entonces había regido en Francia, a la vez que originó el establecimiento de un gobierno republicano democrático y asimismo, la iniciación de una nueva época llamada como La época contemporánea. La revolución francesa difundió por el mundo los ideales de libertad y fraternidad, así como el de la soberanía popular; y divulgó, primordialmente el conocimiento de los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano.
Francia se hallaba regida por una monarquía absoluta que gobernó con un poder ilimitado. El rey, que se creía designado por Dios para gobernar, procedía en forma arbitraria, pues no daba cuenta de sus actos a nadie; gastaba como y cuando quería las rentas del Estado; nombraba los funcionarios; declaraba la guerra y firmaba la paz; dictaba leyes; creaba impuestos y hasta podía disponer de los bienes de sus súbditos cuando así lo estimaba convenientemente. No había libertad individual, pues el soberano podía ordenar la detención de cualquier ciudadano sin causa justificada; tampoco existía libertad de conciencia y ningún libro ni periódico podía publicarse sino bajo el control de censura. Por otra parte, las leyes, que eran diversas, no se aplicaban por igual ni con el mismo rigor: así tenemos que por un mismo delito la pena no era la misma tratándose de un noble y de un labriego.
La organización social de Francia estaba basada en la desigualdad y los privilegios. Se distinguían pues tres clases sociales, a saber: Clero, Nobleza Y Estado Llano siendo las dos primeras privilegiadas.
Era la primera clase social debido a su gran prestigio e influencia como a sus cuantiosas riquezas. Sus extensas propiedades abarcaban precisamente la cuarta parte de la superficie total de Francia, y, por otra parte, dicho patrimonio económico fue creciendo considerablemente gracias a los diezmos que aportaban los fieles como a la exoneración del pago de impuestos fijos de que disfrutaban. Se dividía en Alto y Bajo Clero. La mayor parte de las riquezas beneficiaban solo al Alto Clero formado por obispos y abades, quienes eran mayormente de origen noble y vivían en Versalles en la corte del Rey. El bajo Clero, formado por curas y vicarios, ejercía su misión en provincias, eran de modesta condición económica y procedían del Estado Llano, debido a ello, simpatizaron con la Revolución.
La revolución industrial es el cambio en la producción y consumo de bienes por la utilización de instrumentos hábiles, cuyo movimiento exige la aplicación de la energía de la naturaleza. Hasta finales del siglo XVIII el hombre sólo había utilizado herramientas, instrumentos inertes cuya eficacia depende por completo de la fuerza y la habilidad del sujeto que los maneja. El motor aparece cuando se consigue transformar la energía de la naturaleza en movimiento. La unión de un instrumento hábil y un motor señala la aparición de la máquina, el agente que ha causado el mayor cambio en las condiciones de vida de la humanidad.
La aplicación de la máquina de vapor a los transportes, tanto terrestres como marítimos, tuvo una inmediata repercusión no sólo en procesos de comercialización, sino también en la calidad de la vida, al permitir el desplazamiento rápido y cómodo de personas a gran distancia.
La construcción de los ferrocarriles fue la gran empresa del siglo XIX.
A comienzos del siglo XVIII las telas que se fabricaban en Europa tenían como materia prima la seda (un artículo de lujo, debido a su precio), la lana o el lino. Ninguna de ellas podía competir con los tejidos de algodón procedentes de la India y conocidos por ello como indianas o muselinas. Para entonces, la producción de tejidos de algodón en Inglaterra era insignificante y su importación desde la India constituía una importante partida de su balanza mercantil. Para competir con la producción oriental se necesitaba un hilo fino y fuerte que los hiladores británicos no producían.
La primera innovación en la hilandería se produjo al margen de estas preocupaciones: Hargreaves, un hilador, construyó el primer instrumento hábil, la spinning-jenny (1763), que reproducía mecánicamente los movimientos del hilador cuando utiliza una rueca y al mismo tiempo podía trabajar con varios husos. El hilo fino pero frágil que con ella se obtenía limitó su aplicación a la trama de tejidos cuya urdimbre seguía siendo el lino. Continuó por tanto la fabricación de tejidos de lino y la productividad recibió nuevo impulso debido a las limitadas exigencias de la jenny en espacio y energía.
Pocos años después surgía la primera máquina, con la aparición de la estructura de agua de Arkwright (1870), que recibe su nombre porque necesitaba la energía de una rueda hidráulica para ponerse en movimiento.
Para entonces, Samuel Crompton había construido una máquina nueva, inspirada en las anteriores, conocida como la mula, y que producía un hilo a la vez fino y resistente. El grueso de un hilo se mide por el número de madejas de 768,1 metros (840 yardas) que se puede obtener con 453 gramos de algodón (una libra). Un buen hilandero podía fabricar 20 madejas y la mula comenzó duplicando esta cifra para pasar a 80 y poco después a 350, más de 268 km. El número de husos, que no pasaba de 150 en la primera versión, alcanzó los dos mil al cabo de unos años y todo ello se conseguía con el solo trabajo de un oficial y dos ayudantes. La exportación de tejidos británica se multiplicó por cien en los cincuenta años que siguieron a 1780.
A partir de la renovación de la hilandería se puso en marcha un proceso que condujo a la mecanización de todas las etapas de la producción de tejidos, desde la desmontadora de algodón, fabricada en América por Eli Whitney, hasta las máquinas que en Inglaterra limpiaban de cualquier impureza el algodón en rama (trabajo especialmente penoso por el polvo que levantaba), el cardado y la elaboración mecánica de los husos para la fabricación de hilo. Una vez fabricado éste, los telares mecánicos, desarrollados en Francia por Jacquard, sustituían ventajosamente a los manuales tanto por la rapidez como por la calidad.